José Luis Pino Matos. Encargado de la Unidad de Conservación del Programa Qhapaq Ñan – Sede Nacional del Ministerio de Cultura.
Licenciado en Arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (2005) y Magister en Arqueología del Programa de Estudios Andinos PUCP (2006-2009). Amplia experiencia en gestión, dirección y coordinación de proyectos: Consultor del Proyecto de Gestión del Camino Inca en Tarma DESCO/MC. 2014-2015; Director del Proyecto de Investigación Arqueológica “Huarochirí – Lurín Alto” 2012-2013 – PAHLA; Secretario Técnico de la Comisión Nacional del Proyecto Qhapaq Ñan Sede Nacional del Ministerio de Cultura 2011-2012; Coordinador del Proyecto Integral “Huánuco Pampa” del Ministerio de Cultura 2011.
Capacitaciones Internacionales: Museum Park Management and Protection of International Cultural Patrimony, 2015. Bureau of Educational and Cultural Affairs, International Visitor Leadership Program – United States Department of State.
Conferencias Internacionales: Los desafíos en un gran camino milenario. El Sistema vial andino – Qhapaq Ñan presente y futuro. Organización de los Estados Americanos (OEA). Washington D.C., junio 2015; “Ushnu: La organización del tiempo y espacio en los paisajes andinos de la época Inka, una visión desde Huánuco Pampa”. British Museum, Londres, noviembre 2010.
Experiencia en varios Proyectos de Arqueología Inca. Cuenta con publicaciones desde 1999. En el 2016 publicó “Qhapaq Ñan Wamanin: Los lugares de libación como hitos de la memoria en cada paisaje sagrado de la ruta principal hacia el Chinchaysuyu”, en: Dialogo Andino N°49, pp. 163-176.
¿Cómo se establece el vínculo de las comunidades en relación con los bienes patrimoniales? En qué medida este vínculo cambia o se fortalece cuando se aplica el enfoque de Gestión Comunitaria Participativa y de la Puesta en Uso Social?
Me parece que existe una diversidad de escenarios en los que puede establecerse esta relación entre las poblaciones y sus bienes patrimoniales. Y de algún modo, serán los contextos históricos los que determinen las características de esa relación.
En el caso de comunidades tradicionales en los Andes, además de ser un soporte vivo de estas manifestaciones, son también las herederas directas de muchos de los elementos patrimoniales tanto arqueológicos como históricos. Adicionalmente, numerosos de estos bienes se constituyen como escenarios de tradiciones vivas, lo que les confiere aun mayor importancia. Podríamos citar casos de cultura viva asociada a soportes materiales como, por ejemplo, la renovación anual del puente Q´eswachaka con las poblaciones de la provincia de Canas, o el repajado de la iglesia San Francisco de Asís de Marcapata en la provincia de Quispicanchis (ambos ejemplos en Cuzco).
El uso cotidiano o tradicional de estos escenarios, como lugares de tránsito, espacios venerados o lugares de encuentros festivos, crea determinadas demandas. Es ahí donde la perspectiva de la puesta en uso social y la gestión comunitaria participativa del patrimonio, podría ser una alternativa para su buena administración.
Una buena gestión patrimonial debería atender o responder a las demandas reales de la propia población local, más que a agendas impuestas por coyunturas políticas que a la larga no resultan sostenibles. Y que, ante estas demandas o necesidades, la cultura o los bienes patrimoniales se constituyan en una alternativa concreta de solución. Como, por ejemplo, el uso de los bienes y espacios patrimoniales con fines educativos e identitarios, así como el rescate de conocimientos y tecnologías ancestrales que aporten en la vida cotidiana local.
Esta perspectiva sigue las posturas de George Yúdice (2008) y de Néstor García Canclini (1999), que plantean dejar de ver la cultura o los bienes patrimoniales como mera mercancía, y orientar las intervenciones priorizando la gestión, la conservación, el acceso, la distribución y la inversión, es decir, propone concebir la cultura también como un recurso. Siendo la preocupación principal de este enfoque las personas o poblaciones relacionadas directa o indirectamente con los bienes culturales.
A partir de esta experiencia ¿Cuáles son los proyectos que han adoptado el enfoque de la Gestión Comunitaria Participativa y de la Puesta en Uso Social?
La perspectiva de la Puesta en Uso Social se empezó a trabajar por primera vez en el Perú en el ámbito Estatal, específicamente en el sector cultura, en el programa Qhapaq Ñan Sede Nacional en el año 2005. Con la Mg. Guadalupe Martínez, geógrafa española quien lideraba en ese momento el programa, se hizo mucha reflexión acerca de la gestión de los sitios y caminos que conforman el Qhapaq Ñan y de las realidades particulares de las poblaciones asociadas a esta red caminera.
En el año 2007, fecha en la que asumí la dirección del “Proyecto Arqueológico Huánuco Pampa con fines de Uso Social” en la región Huánuco, teniendo como consigna que la línea prioritaria sería propiamente la puesta en uso social. En ese sentido, se suscribe un convenio con la Comunidad Campesina de Aguamiro para la zona arqueológica monumental de Huánuco Pampa, como parte del proyecto Qhapaq Ñan Sede Nacional del Ministerio de Cultura.
La experiencia en Huánuco Pampa fue fructífera y enriquecedora. Se trabajó prestando atención a las percepciones y necesidades de la población local. El proyecto generó un involucramiento de la totalidad de la población de la Comunidad Campesina de Aguamiro (niños, jóvenes, mujeres y hombres de toda edad), no solo en las actividades de protección y conservación del sitio arqueológico en específico, sino en la generación e institucionalización de actos culturales de envergadura regional como el “Encuentro de la cultura autóctona del Chinchaysuyu”, que implicó la representación de todas las actividades ancestrales de cada localidad teniendo como paisaje escénico la explanada donde se encuentra el sitio arqueológico, y que a la fecha ya lleva 12 años de realización ininterrumpida y autónoma, sin la injerencia directa de instituciones estatales, sino más bien estructurada desde las bases comunales y locales.
Con ese nivel de aprendizaje, con ese bagaje de resultados y seguridad, nuestro equipo técnico pudo plantear y aplicar como eje de las acciones en los planes cuatrienales de gestión, un enfoque territorial de la puesta en uso social y de la gestión participativa del patrimonio, cuando asumí la Secretaría Técnica del proyecto Qhapaq Ñan a nivel nacional en el año 2011.
La idea de este tipo de proyectos de puesta en uso social, se centra en que la gestión y el uso adecuado del patrimonio, no se debe concebir como una responsabilidad exclusiva de las instituciones estatales. Otra premisa es que la gestión debe partir de un proceso profundo de reconocimiento de las realidades locales, las demandas sociales del patrimonio y más importante aún, su vinculación con las necesidades actuales y cotidianas de la población.
Esta iniciativa responde a la necesidad que existe de ejecutar programas sostenibles de aprehensión de valores culturales, que puedan convertirse en símbolos compartidos para la identificación cultural, la inclusión social y la cohesión colectiva. Me complace poder afirmar que, durante las gestiones en las que he participado en distintos proyectos durante los últimos diez años, la aplicación del enfoque de puesta en uso social y de la gestión participativa ha traído como resultado el involucramiento progresivo y continuo de comunidades campesinas, municipalidades y grupos de la sociedad civil.
¿Cómo las Cátedras UNESCO pueden coadyuvar al proceso de acercamiento de los bienes patrimoniales con las comunidades?
Considero que esta Cátedra UNESCO USMP, es importante para reflexionar sobre la forma de gestionar los bienes patrimoniales y una gran oportunidad para promover el acercamiento entre los distintos actores involucrados y discutir sobre el uso que se da a los elementos culturales, en el afán de mejorar los conocimientos y consecuentemente la formulación de propuestas de gestión adecuadas.
Cátedras de este tipo permitirán dar voz a las comunidades mediante la difusión de los aciertos y desaciertos en las iniciativas y también en las oportunidades de mejora, que puedan servir para reflexionar y permitir el aprendizaje. Considerando la cultura asociada a los bienes patrimoniales como un elemento primordial con potencial para usarse en toda actividad, y constituyéndose esta riqueza patrimonial como el principal capital de estas sociedades, que amerita ser conservado y potencializado mediante adecuadas políticas de uso, inclusivas y con participación activa de la población local.
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